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María Gil
«Para nosotros era un hueso más, pero no»

«Para nosotros era un hueso más, pero no»

Los vecinos esperan los resultados de la prueba de ADN, que determinará si existen vínculos con el caso de las niñas de Aguilar desaparecidas en Reinosa en 1992

DANIEL MARTÍNEZ

LA POBLACIÓN.

Domingo, 7 de enero 2018, 15:20

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En el bar de Yoli Macho, el tema de la tertulia diaria lo marcan las portadas de los periódicos. El fútbol, la sequía, los temporales... Ayer ocurrió lo mismo, pero esta vez con mucho más motivo. Cuando los parroquianos de este establecimiento de La Población (Campoo de Yuso) leyeron en las páginas de El Diario que las pruebas forenses confirmaban que la mandíbula hallada este mismo otoño a escasos metros de donde tomaban el café pertenecía a una adolescente fallecida hace alrededor de 25 años no se lo podían creer.

Allí, todos sabían que el pasado 12 de octubre un joven que paseaba por el Pantano del Ebro había encontrado unos restos que parecían humanos, pero no le dieron mayor importancia. La localización coincidía con el emplazamiento del antiguo cementerio de la localidad, que quedó totalmente inundado cuando construyeron el embalse. «No es que aparezca algo todos los días, pero tampoco es una cosa rara. Para nosotros era un hueso más, pero por lo que se ve igual no. Eso dice la noticia del periódico...», señala Pablo Macho, un vecino de La Población que incluso recuerda que cuando era pequeño se acercaba con sus amigos Carlos y Toño y su primo Sito para ver los restos y las cajas funerarias del viejo camposanto.

La datación realizada por los científicos les ha roto los esquemas. Si tiene un cuarto de siglo es imposible que pertenezca a las personas que descansan en aquellas tumbas sumergidas en las aguas del Ebro desde mediados del siglo pasado. Y, al igual que los investigadores de la Guardia Civil que están trabajando en el asunto, han atado cabos. «Lo primero que piensas es que puede tener algo que ver con las niñas de Aguilar. Es hablar por hablar, pero es que la fecha coincide», afirma Armando González, que aunque vive en el vecino pueblo de Corconte también está al tanto de lo sucedido, «como todos por aquí».

Se refiere al doloroso caso que conmocionó a toda la comarca campurriana -tanto a la parte cántabra como a la castellana- a finales de abril de 1992. El de la desaparición de Virginia Guerrero Espejo y Manuela Torres Bouggefa, dos chicas de 14 y 13 años y vecinas de Aguilar de Campoo, cuando se encontraban en Reinosa. Ahora tendrían 39 y 38 años, respectivamente. Aunque hasta el momento no hay nada objetivo que haga relacionar la mandíbula con aquel suceso. A día hoy no se puede descartar que sea una macabra casualidad. Por eso, desde la localidad galletera piden máximo respeto para las familias y prudencia hasta que se conozcan las pruebas científicas encargadas por los investigadores. Tanto el juzgado de Reinosa como las comandancias de la Guardia Civil de Cantabria, Burgos y Palencia esperarán a los resultados que arrojen las pruebas de ADN antes de vincular el hallazgo directamente con la desaparición de las dos menores.

González recuerda como entonces, en 1992, los agentes ya estuvieron rastreando la zona en busca de alguna pista. «Se acercaron por aquí los ranas (se refiere al grupo de buceadores), pero no encontraron nada y se marcharon. Igual ahora tienen que volver. A saber...», apunta.

¿Quién lo encontró?

Según relatan el alcalde de Campoo de Yuso, Eduardo Ortiz, y corroboran los vecinos de La Población, la persona que encontró la mandíbula en el Pantano del Ebro era un chico que estaba dando una vuelta por la zona y se lo encontró. «Yo no estaba en el bar en ese momento, pero parece que era de Santander. Tampoco lo puedo asegurar», cuenta Pedro García, de El Carloto.

Este establecimiento está justo delante de la iglesia del pueblo y del punto más cercano en línea recta en el que se ubica el antiguo cementerio. Por tanto también muy cerca de donde se hallaron los restos humanos que ahora se están analizando. García cuenta que el chaval entró al mesón para comentar lo ocurrido y todos los allí presentes le dijeron que era algo habitual: «Pero se ve que él no se quedó tranquilo, por eso debió de ir donde la Guardia Civil». Y tenía razón.

Tan habitual es encontrar huesos en la zona que este mismo verano se dio algún caso. Lo confirma el regidor. «Como estaba el nivel del pantano bajo aparecieron más restos de un cementerio. Pero es un asunto totalmente aparte, no tiene nada que ver con la mandíbula», detalla Ortiz. En el mes de agosto, los vecinos dieron el aviso al Ayuntamiento de Campoo de Yuso y desde allí se pusieron en contacto con la Confederación Hidrográfica del Ebro, que es la institución responsable de los terrenos.

En su momento, la Confederación ya echó una capa de hormigón en la zona para que el oleaje no arrastrara los vestigios del antiguo cementerio. Pero, al parecer, con el paso de los años, la erosión ha abierto grietas en la 'placa'. Por eso el organismo decidió llevar a cabo unas «obras de emergencia» que se han desarrollado en los últimos meses en un punto en el que los operarios han coincidido con los equipos de la Policía Científica de la Guardia Civil.

Con esta actuación también se daba respuesta a una demanda de los vecinos, que pedían volver a recubrir la superficie del viejo camposanto, ya que se había convertido en un foco de atracción de curiosos. «Ahora, si se confirma que estos restos tienen alguna relación con algún caso concreto, volverá a haber jaleo por aquí, pero eso es muy distinto. Si sirve para dar una respuesta a las familias, lo asumimos sin ningún problema», concluye García.

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