Llega a Cantabria el primer menor extranjero procedente de Canarias de los 156 asignados por el Ministerio
Ha aterrizado en el Seve Ballesteros y será recibido en la residencia de primera acogida con otros jóvenes, donde seguirá el itinerario de integración habitual
En verano de 2024, en lo peor de la crisis migratoria que todavía soporta Canarias, Cantabria y otras comunidades autónomas aceptaron la llegada de una ... treintena de menores extranjeros no acompañados procedentes de las islas. Esa era la fórmula de colaboración que defendía el Gobierno de María José Sáenz de Buruaga: la de la voluntariedad, la programación de las llegadas para que los Servicios Sociales autonómicos pudieran atender a estos jóvenes con todas las garantías necesarias y la asignación de fondos económicos del Estado para poder sufragar su mantenimiento. Por raro que parezca, el Ejecutivo canario nunca tramitó aquel expediente y los menores no llegaron a Cantabria. Pero en paralelo, el Gobierno de España ha promovido una serie de reformas legales con las que se ha diseñado un nuevo procedimiento de traslados. En este caso, obligatorio para las comunidades autónomas, que por mucho que se opongan a su aplicación -como es el caso de Cantabria-, no se pueden negar a aplicar. Así, tras una serie de cálculos con unos criterios que la Consejería de Inclusión también ha llevado a los tribunales, el Ministerio de Juventud asignó a la comunidad autónoma 156 chicos, aunque no dijo si vendrían todos al mismo tiempo, sus edades, sus perfiles... Una de las muchas quejas del departamento que dirige Begoña Gómez del Río era la falta de información sobre esos traslados. Hoy, casi por sorpresa, han sabido que el primero de estos menores extranjeros no acompañados acaba de aterrizar en el Seve Ballesteros procedente de Canarias.
Como establecen los protocolos, será recibido por los técnicos del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass) y ocupará una de las plazas residenciales del centro de primera ocupación, donde convivirá con otros menores de edades similares bajo la supervisión de los trabajadores sociales. El procedimiento será el mismo que se sigue con el resto de menores nacionales o extranjeros no acompañados que son tutelados por la comunidad autónoma tras ser localizados dentro del territorio, salvo que en este caso, en teoría, no será necesario realizarle la prueba de edad porque ya se ha acreditado que no ha alcanzado los 18 años.
A corto plazo, si el Gobierno central no cambia de planes, llegarán a Cantabria otros ocho menores de ese cupo de 154 que le corresponde a la región. Ese es el plan porque la Consejería de Inclusión recibió el 25 de septiembre los nueve primeros expedientes de menores extranjeros procedentes de Canarias (6), Ceuta (2) y Melilla (1). De manera casi automática, el Icass realizó alegaciones a estos expedientes. Gómez del Río volvió a criticar el proceder del Gobierno de España, que «está notificando expedientes sin que las comunidades autónomas sepamos cuál es el cupo que nos corresponde y tampoco el procedimiento que se va a seguir. Y así es imposible planificar con seriedad». Ante esto, manifestó, Cantabria pide «claridad, coordinación y financiación», porque «no se puede trabajar a ciegas en un asunto tan sensible como la protección de menores».
«Cantabria siempre ha cumplido y ha estado a la altura, pero no vamos a aceptar que se nos trate de esta forma, improvisando y sin información. Esto no es serio y el Gobierno de España tiene que rectificar», exigió la consejera. Desde entonces ha pasado justo un mes sin que el Ejecutivo autonómico tuviera detalles adicionales. Hasta hoy.
El protocolo de llegada
El procedimiento que se sigue es el mismo. En Cantabria existe un protocolo de actuación bien claro que define los pasos a seguir. Un itinerario que comienza por la acreditación de la minoría de edad y que transita después por el primer acogimiento, la ayuda psicológica, la orientación educativa, los trabajos para la integración social o la preparación laboral. «Se ha diseñado para satisfacer el anhelo vital que todos traen cuando llegan aquí, y que es emprender una vida laboral que les permita esa independencia y libertad para comenzar a construir todo lo demás», explicaba Carmen Arce, directora del Icass, en una entrevista reciente con este periódico.
El primer destino será la residencia de primera acogida, que cuenta con 20 plazas y que está tutorizada por profesionales que se ocuparán de guiar al menor en su adaptación. Una vez los primeros pasos están dados, con la documentación resuelta y la situación de primera acogida en marcha, viene el trato individualizado para conocer al detalle las necesidades del menor, y su plan vital. Al tiempo que se desarrollará un seguimiento psicosocial, se irá diseñando su itinerario educativo y de actividades sociales.
Se promueven acciones para facilitar la integración social del menor, como el aprendizaje del idioma y la participación en actividades comunitarias, como deportes, etc. También comienza a ofrecerse orientación laboral para que el chico pueda ir dibujando su itinerario conforme a los estudios que ha decidido desarrollar. En este punto es esencial la colaboración con todos los agentes implicados, desde los centros educativos a las instituciones deportivas o de cualquier otra actividad que pueda ser importante de cara a que el menor pueda lograr la integración más holística. Los jóvenes tienen actividades en grupo con otros jóvenes de su edad fuera del hogar. Se realiza un plan de seguimiento periódico para realizar ajustes y matizar los objetivos. También los casos particulares sirven para garantizar su eficacia y adaptar el protocolo a las necesidades cambiantes.
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