Productos de marca blanca y los más baratos llenan ahora los carros del súper
Unos precios disparados obligan a los consumidores cántabros a cambiar sus hábitos de compra
Da igual a quién se pregunte porque hay un punto en el que las respuestas coinciden: llenar el carrito de la compra es cada día ... más caro. Además de recorrer los pasillos de los supermercados fijándose bien en los precios, la sorpresa llega en la caja. A la hora de pagar. Ahí es cuando queda patente que el presupuesto que antes servía ahora ya se queda corto. Quienes tienen las cuentas más claras saben perfectamente cuánto ha subido el gasto en comida y en qué alimentos concretos. «Hay 60 euros de diferencia en la compra que hago para el mes», comenta de manera rotunda Elisabet Puente mientras recorre el Mercadona en busca de ofertas y con la lista de productos en la mano, anotadas en un papel. Ella se encarga de hacer la compra para su madre, su hermano y su hijo de dos años y reconoce que «se nota muchísimo» la subida de los precios. ¿Y en qué alimentos? En todos. «Huevos, aceite, leche...», enumera. Sobre todo, en lo más básico. Los esenciales en la cesta. Y los datos le dan la razón. Por hacer una comparativa, el precio del pan en Cantabria ha subido un 15,7% con respecto a junio del año pasado, según los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística. Y esa es la tendencia que muestra el Índice de Precios al Consumo (IPC) en la mayoría de los alimentos. Lo mismo ocurre con los huevos. Ya cuestan un 23,4% más que en 2021. ¿Y la leche? Un 19,1% más cara. La guerra de Ucrania, la subida del precio de la gasolina y de la luz aumentan los costes de producción y todo repercute en los precios del supermercado.
Gráfico de la evolución del precio del aceite
La situación le obliga a buscar alternativas para tratar de reducir el impacto en el presupuesto de la casa. Por ejemplo, apostar por marcas blancas «en todo salvo en los pañales», admite. Un gesto que «ayuda» en el gasto final de la compra. También mira con más detalle qué productos añade al carrito, algo que hasta ahora, quizá, no le hacía falta vigilar tanto. «Antes igual me importaba menos, pero ahora lo miras muy bien». Por supuesto, ante el mismo alimento, se decanta siempre por el más barato entre las diferentes opciones o incluso elimina de la lista lo que no es necesario. Y así, entre fijarse en las subidas, prestar atención a las ofertas o sustituir productos, hacer la compra se convierte en una odisea en la que tarda «una hora tranquilamente». Porque, además, la tarea no se reduce a una única visita. Incluye el paseo por varios supermercados o tiendas locales en busca siempre del mejor precio.
Hay alternativas por las que se decantan la mayoría de los clientes para hacer frente a la escalada de precios. Jorge Martín, vecino de Madrid que pasa su verano en Cantabria, coincide en que «sí hemos cambiado los hábitos en la familia» porque la subida de los índices «se nota muchísimo al ir a pagar». Sobre todo, en los productos más básicos que forman parte de cada visita al supermercado. Y reconoce que de vacaciones también «miras más» qué comprar para no llevarse una sorpresa al mirar la cuenta bancaria cuando llegue el momento de volver a casa.
En su caso, con tres pequeños en casa, entra al supermercado con «un presupuesto para no salirte de ahí», explica. Y para conseguirlo se decanta, por ejemplo, por «ir más a las ofertas» y fijarse en los productos que están en temporada porque «suelen tener precios más razonables». Eso en cuanto a lo que no puede faltar en el carrito. Pero a la estrategia también se suma «quitarse de algunos caprichos que antes tenías». Y es que con tres hijos «tienes que optimizar la canasta», reconoce Martín. Él es economista y por eso hace un análisis más detallado: «Es una subida de doble dígito y fichas más los precios de aquello que te supone un mayor impacto». Es decir, no es lo mismo que la cesta de tomates suba diez céntimos a que aumente un 10% el precio de algún pescado como un rodaballo porque «mínimo vas a tener que llevarte 800 gramos y el impacto se notará más», explica. Así que cada visita a grandes superficies es un intento por «mantener el equilibrio en la parte alimenticia sin que suponga un mayor gasto».
Evolución del precio de la leche
Controlar el presupuesto
Mirar los precios, recorrer varios establecimientos o prestar atención a las ofertas hacen de la compra una tarea cada día más complicada, pero es lo que toca «si quieres llegar a fin de mes», reconoce Javier Ceballos mientras llena el maletero del coche. «No hay ningún producto que se libre» de la subida. ¿Toca sustituir algún alimento? Sí. Y pone un ejemplo claro: «Antes compraba una morcilla de una determinada marca que ha subido mucho, así que he elegido otra». Así de sencillo, pero hay precios que ya no son asequibles.
Precio del pan
No importa la edad. También los más jóvenes tienen que ajustarse la cartera: «Antes hacía la compra semanal con 60 euros y ahora me gasto 100», resume Ariana Peña, vecina de Hoznayo que vive con su pareja. «Y sobre todo, miras el aceite», añade. Y con razón, porque la subida alcanza un 25% en este producto. Por eso, ella es de las que invierte más rato en hacer la compra porque «no compras todo en el mismo sitio», reconoce. Así que cuando toca llenar la nevera de la casa recorre varios supermercados y compra allí donde ve que el precio está más bajo. Como el resto de la clientela. Lo tiene claro: «Si no tienes tiempo para hacer la compra, te sale todo más caro». Porque lo de comparar productos está cada vez más extendido. Y, por supuesto, siempre que es posible tira de marcas blancas. Y de vez en cuando deja que su madre le eche una mano con el presupuesto y los gastos. «Eso siempre ayuda», admite.
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