Lugares de la memoria
Damián Flores se adentra en la geografía histórica y sentimental de Torrelavega y regresa a Cantabria con una muestra que se inaugura en la sala Mauro Muriedas y se exhibirá hasta mediados de junio
El ferrocarril, el chocolate de hacer, Solvay, cines y templos, el valor casi olvidado del paseo, la Plaza de los Chones, la construcción de ... la iglesia de la Virgen Grande, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, José Luis Hidalgo, Delibes en el río Besaya, Ricardo Lorenzo, Unamuno en el Café Moderno, el Teatro Concha Espina...No es una catalogación al uso ni una relación azarosa, sino un retrato colectivo de lugares y no lugares, de recreaciones y hechos, de sitios que fueron y de espacios mutados, de arquitecturas y nombres, de personas conocidas y anónimas. Y como territorio común de ensoñación, caligrafía y trazo, exento del documento pero no menos fiel, la pintura y la mirada del pintor. Damián Flores es el artífice de una nueva muestra que solo podía llevar un nombre 'Torrelavega'.
Mañana viernes, a las 19.30 horas, en la Sala Municipal de Exposiciones Mauro Muriedas de la capital del Besaya, se inaugura esta propuesta que completa el ya largo y estrecho vínculo del artista con Cantabria y que, al tiempo, es un paso temático de mirada monográfica sobre un paisaje urbano y una revelación de cómo un pintor desde la coherencia crece en dimensión y mirada.
LA MUESTRA
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Lugares de la memoria. 'Torrelavega'. Damián Flores. 17 De mayo al 16 de junio. Inauguración viernes 17, a las 19.30 horas. Horario de sala: de martes a viernes, de 16.30 a 20.30, sábados, de 11.00 a 14.00 y de 16.30 a 20.30 horas y domingos y festivos, de 11.00 a 14.00 horas. Lunes cerrado.
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Nombres. Autores de los textos Carlos Alcorta, Mónica Álvarez Careaga, Mario Crespo, Rafael Fombellida y Luis Alberto Salcines. Comisariado: Juan Riancho.
Bajo comisariado de Juan Riancho, la muestra es fruto de la veterana relación entre la galería Siboney y el pintor. La exposición tiene la singularidad del ornamento literario, de la reflexión evocativa, de la ilustración con palabras mediante la aportación de cinco miradas que recrea y apoyan las pinturas de Flores: son textos de Carlos Alcorta, Mónica Álvarez Careaga, Mario Crespo, Rafael Fombellida y Luis Alberto Salcines. Una treintena de obras, óleos sobre tela y madera, configuran esta cartografía en la que habitan geografías, arquitecturas, relatos huérfanos, nombres con historia y espacios confrontados.
Modiano en Torrelavega, Fray Francisco Coello y J.M. Subirach, el cargadero de Hinojedo, Noche en La Lechera, el Faro de Suances...son solo algunas de las piezas de este álbum que Damián Flores reúne, recrea e ilustra desde la indagación, la interpretación y la investigación. Un mapa tan personal como reconstruido en el tiempo y en el espacio. En paralelo a la textura y el inconfundible aroma de su pintura literaria, la muestra se alimenta de los textos de los poetas, gestores culturales y escritores que participan en el catálogo, en su mayoría nacidos o vinculados a Torrelavega, o conocedores de la ciuad y sus huellas históricas e icónicas. Rastros arquitectónicos, ocres de lugares fugados y reconstrucciones de la memoria en una pintura que es un fragmento de recuerdo y ensoñación.
La exposición 'El viaje y el escritor, Europa 1914-1939' que se exhibió en la Biblioteca Central de Cantabria el pasado año fue el último paso del pintor Damián Flores en Santander. La muestra pretendía transmitir la idea de Europa como territorio literario común en el que las ciudades -un espacio cultural y social esencial de este siglo, convertidas en centros esenciales- «estimulan la comunicación entre los escritores facilitada por los nuevos medios de transporte, que da lugar a una trama que las pone en contacto de un extremo a otro del continente». 32 retratos de escritores, la mayoría individuales y algunos colectivos, situados en otras tantas estaciones pertenecientes a 17 ciudades. Damián Flores (Acehuche, Cáceres, 1963) vinculado a Siboney desde 1995, año en que presentó 'Luz del Norte', su primera individual -a la que siguieron 'Color del alma' (1998), 'Laberintos' (2002 o 'Quiero una casa' (2004), Pintor en Nueva York (2010) y 'Ruta Le Corbusier' (2011) y 'A plein air' (2016)-, es un pintor cuya obra tiene siempre algo de juego y de construcción de mundos imaginarios, «de espacios lejanos en los que se puede habitar, para hacer realidad los sueños», tal como ha subrayado el crítico Gabriel Rodríguez.
Uno de los escritores que ha frecuentado su obra es Jesús Marchamalo, quien lo describe así: «Tiene la costumbre de reproducir sus exposiciones en un trozo de cartón, que cuelga de una alcayata en la pared del estudio. Allí, nada más empezado, traza las líneas esenciales de lo que será cada cuadro, sus medidas y forma y, en ocasiones, el título».
Una de las características de la pintura de Flores, -el misterio-, se celebra, sobre todo con su singular luminosidad. Dice el artista: «el color es la manera en la que trato de darles vida, es mi licencia, el espacio de lo utópico y de lo ideal, es justo lo que me separa del realismo».
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