Otro largo viaje de vuelta con disgusto
La afición confía una vez más en su equipo y se marcha de nuevo decepcionada en un momento clave de la temporada
La de Elda era una cita clave. Otra más. Pero, cada jornada que pasa, los envites cobran mayor trascendencia. Algo que, pese a las ... dudas que viene dejando el equipo últimamente, no se le escapa a la afición racinguista. Siempre tiene una demostración de amor para su equipo; un esfuerzo que espera sea correspondido en el terreno de juego.
335 entradas envió el Eldense a Santander, de las que se vendieron unas 200. El estadio es el más pequeño de la categoría, con poco más de 5.600 asientos, por lo que, a poco ruido que hiciesen, se iban a hacer notar. Aunque el Eldense, que se estaba jugando la vida, buscó el lleno con precios asequibles para sus abonados, pintar las plateas, casi por completo, de azulgrana. Así que dos centenares de racinguistas eran fijos, pero, de todas formas, esas fueron las localidades oficialmente disponibles para la hinchada verdiblanca. Al final, había unos cuantos más. Porque la venta de entradas a través de la web oficial del club local continuó abierta hasta última hora. Y porque en la zona hay numerosos aficionados racinguistas que aprovecharon la cercanía para empujar a su equipo.
Como una semana antes en Almería, a tierras alicantinas los aficionados llegaron por tierra y aire. Coche, autobús, tren, avión... Cada uno sigue al Racing como quiere o puede. Para todos los gustos y bolsillos. Porque, aunque la decisión del club de pagar diez euros de cada entrada ayuda, lo importante no era lo económico, sino el mensaje: un 'queremos que estéis con nosotros'.
Elda es una ciudad pequeña. Algo más de 50.000 habitantes. De interior. Trabajadora. Líder de la industria zapatera. Y como está relativamente cerca de otros enclaves más turísticos -Alicante, Elche...- hubo quien decidió pasar las horas previas en los alrededores para llegar con la hora justa al partido. Otros son más clásicos. Donde se juega, se calienta. Las peñas, aunque no organizaron viaje por la tardanza de LaLiga en anunciar el horario unificado de esta penúltima jornada, sí que buscaron un punto de encuentro verdiblanco en el bar Petit Comité, cerca del Nuevo Pepico Amat. Allí, cerca de medio centenar de seguidores racinguistas pasó las horas hasta el partido, refrescaron el gaznate para combatir los 30 grados alicantinos y afinaron las gargantas con sus cánticos. Cuando se iba acercando el pitido inicial, el grupo se iba haciendo más grande.
Cuando el autobús del equipo pasó por esa esquina, ya había cerca de un centenar. Y otros cincuenta esperando en la puerta del estadio. En el bar, un niño tomó la voz cantante. «Que sí, joder, que vamos a ascender». El crío puso a cantar a todos los mayores. Hasta que por redes sociales ya apareció la alineación y nadie quedó indiferente. Vamos, que todo el mundo andaba flipando. «¿Qué no juega Íñigo Vicente?», cuestionaba uno al aire. «Y Meseguer titular», confirmaba otro. Bueno, al menos la familia del murciano, desplazada hasta Elda, tendría la oportunidad de verle. A ver si le daba suerte. Pero, en general, la postura fue la de confiar en la decisión del míster, porque después de lo de Almería algo había que hacer. Luego, el campo ya dictaría sentencia.
Ya con el balón rodando, la afición racinguista sabía que lo primordial era conseguir el objetivo perentorio del play off por uno mismo. Sin depender de nadie. Pero era inevitable, de vez en cuando, tener un ojo en el terreno de juego y otro en el teléfono móvil. A ver qué hacían los demás. Incluso alguno andaba con los cascos puestos, pero era preferible tener los cinco sentidos en el Nuevo Pepico Amat.
Así empezaron los aficionados. Intensos. Pero la realidad les fue apagando, porque el equipo no acababa de carburar y en el minuto 20 se llevó el primer sopapo con el gol del Eldense. Al ver que sus futbolistas no se levantaban de la lona, los seguidores verdiblancos se disponían a demandar algo más cuando Karrikaburu devolvió al Racing al partido.
El resto fue una montaña rusa. Para tirarse de los pelos y quedarse calvo. De ilusionarse con el pase virtual al play off en el minuto 95 a quedarse con cara de idiota en el 104 al ver a sus futbolistas perder lo que habían logrado. Así que otro largo viaje con disgusto. Como fue el de Cartagena. Y más recientemente el de Almería. Así es el racinguista, como un perro apaleado. Que pese a los disgustos, no se aleja de su ser querido. Y el próximo domingo, pese a todo, ahí volverá a estar.
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