La caída
CON SOL DENTRO ·
MARCOS DÍEZ
Martes, 27 de septiembre 2022, 07:30
Intentamos explicar con palabras lo que nos inquieta y luego vienen los hechos, con su carnalidad, a decir las cosas a su manera, casi siempre ... mejor de cómo las decimos a través del lenguaje. Se escribe mucho sobre cómo las pantallas, en apariencia tan abiertas al mundo, nos ciegan e impiden ver. Se teoriza, a través de ensayos o artículos científicos, sobre cómo nos alejan del mundo y nos dejan flotando en una distracción permanente. Pero el otro día, a través de una experiencia reveladora, viví en primera persona ese atontamiento en el que caemos cuando nos sumergimos en el abismo de los teléfonos inteligentes. Iba yo caminando, después del anochecer, por una zona sin iluminar por la que paseo desde hace quince años con mi perro. Conocemos, el perro y yo, el recorrido de memoria. Caminaba disfrutando de la calma nocturna cuando noté una vibración en el bolsillo del pantalón. No esperé a llegar a casa. Ese 'toc toc' me llevó a abrir de forma inmediata, como el chucho que obedece el silbido de su dueño, la puerta a lo virtual. Así que saqué el teléfono, lo desbloqueé y la pantalla digital se iluminó en medio de la noche. La persona que me había mandado el mensaje estaba en línea. Respondí, me respondió y, en lugar de llamarnos, empezamos a chatear.
Decidí caminar y escribir a la vez. Mis pupilas, ante el brillo de la pantalla, se encogieron, y la penumbra que rodeaba al teléfono se convirtió, al instante, en una impenetrable oscuridad. Así, ciego de solemnidad, continué chateando y caminando sin acordarme del terraplén que había al borde del camino. Supongo que, desorientado, me fui orillando sin darme cuenta. No lo vi venir. Fue como si el suelo, de pronto, desapareciera bajo mis pies. Aterricé tras varias volteretas en unas zarzas. Me quedé unos segundos así, como el que despierta de un sueño sin saber en qué cama se encuentra descansando. Tardé en entender qué había sucedido. Recuperé la respiración y la calma mirando el cielo estrellado. La pantalla estaba ahora apagada. El mundo, de vuelta.
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