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Queda mucho partido por jugar

Jueves, 21 de mayo 2020, 08:25

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Todos sentimos un profundo miedo en el comienzo del partido. Además, para asistir, se nos separó por edades y familias. La importancia y gravedad del mismo, además, exigió echar el cerrojo a todo tipo de actividades, entre las que figuran las escuelas infantiles y universidades. La verdad es que los comentarios que escuchábamos del contrincante, en este caso enemigo, no podían ser peores, aunque en la realidad se trataba de 'algo' acelular y desconocido.

Ya en el 2002 y 2003, nos visitó un familiar, el Covid-2. Era también un coronavirus, o un virus cuyo reservorio es un animal –en este caso parece ser que se trata del murciélago–, que no hizo grandes estragos. Pero con el actual, el Covid-19, como venía precedido de las visitas a China y Corea y conocíamos su feroz violencia, se esperaba un partido duro, muy duro, por eso casi sin empezar es extraño que la impresión que se vive es la de que estamos cerca del final.

Se pusieron unas normas rígidas, propias de los partidos duros y violentos, se tardó tiempo en entenderlas, después en aceptarlas, y posteriormente en ejecutarlas. Y pasado un breve espacio de tiempo, relativamente breve, parece que estamos en el cuarto final, a la vista de las algarabías que se observan, de desprecio a las distancias, ausencia de mascarillas, falta de respeto al otro, incluso empujándole por la cercanía, aglomeraciones en diferentes lugares, disfrute de festejos entre familiares o amigos, celebración de botellones, santos o cumples… Aunque bien es cierto que no es el tono general.

Esta situación, si sigue en estos términos, puede tener su influencia en el resultado del partido, porque el enemigo no se amilana, no pierde agresividad ni fuerza, incluso su violencia no es conocida totalmente, por lo que su táctica puede cambiar, y si además tenemos en cuenta lo que nos jugamos, hemos de estar en alerta permanente, vigilantes, cumpliendo cada norma o requisito, desde los gestores o directores del proceso, pasando por los diversos jugadores, cada uno desde sus responsabilidades, hasta el que recoge pelotas, todos en este partido somos esenciales.

Ya estamos familiarizados con su táctica, así como con las consecuencias de la misma, que además de separarnos a las familias y parar la totalidad de las actividades, ha provocado un número de muertos entre nosotros, entre nuestros familiares y amigos, muy numeroso, nos ha cubierto de una tristeza que será difícil de olvidar. Además, nuestros hijos dejaron de asistir a clase, abandonaron parcialmente su método educativo. Los jóvenes tuvieron que regresar a casa, abriendo un lapsus enorme en su formación tan necesaria. Muchos trabajadores se quedaron sin empleo, y alguno de ellos sin el sueldo mensual con el que se mantenía a la familia, y la convivencia en casa, en principio se enrareció, algo normal por el brusco cambio. Niños que viven y se inquietan y que necesitan ritmo, matrimonios que no están habituados a vivir tanto tiempo juntos, que sin querer se presionan, desazonan, se irritan, y si además lo esencial, el sueldo, no llega, las relaciones de pareja lo normal es que empeoren. Y todo ello, además, lejos de los abuelos, como lubricantes en todo, esparrin en momentos de tensiones, reposo en la fatiga y ayuda en las necesidades.

Además, tenemos que esforzarnos y seguir, porque lo más importante es que tenemos el partido medio ganado, nos conocemos más a nosotros mismos, conocemos mejor nuestras capacidades, sabemos de lo que somos capaces, y podemos resistir. Además conocemos mejor al enemigo, sabemos de su violencia extrema, hasta llegar al asesinato, como 'terrorista' que es, pero disponemos de armas para su neutralización que dependen de nosotros, que están en nuestras manos, que no cuesta esfuerzo ni dinero, y además son de fácil aplicación.

La actitud que propongo a cada uno es: atenderé todos los tipos de normas, cada mañana cuando salga lo haré dentro de mi horario, no tomaré ningún tipo de ventaja jamás, me situaré en las colas en el número que me corresponda, ayudaré si fuera necesario a cuantas personas me necesiten, y exigiré ese cumplimiento a cuantos estén a mi alrededor, de forma pasiva, no exigiéndoles nada, sino atendiendo correctamente a todo lo que la autoridad me indique, dando el mejor ejemplo.

Es un partido en el que todos somos partícipes, cada uno dispone de un puesto y todos son importantes, todos tiene su papel. Hemos metido un gol y estamos contentos, pero queda mucho partido, no caigamos en el error de invadir por la euforia el campo de los bares, restaurantes, terrazas, paseos, carretas hacia la segunda vivienda… Seamos cautos y prudentes, el resultado aún es incierto, sigamos jugando con seriedad, rigor, adecuación y aceptación de cada norma.

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