Cómo somos. Ni poniéndonos fiestas estamos contentos. Eso de que Santiago apóstol sea una de las festividades designadas por el Gobierno de Cantabria para 2024 ... ha escocido a quienes defienden el 28 de julio como gran fiesta regional de las instituciones, más con intención de precipitarse en su nuevo rol de oposición política que guiados por la lógica del noble y leal pensamiento crítico, porque ya me dirán qué tipo de argumento puede utilizarse contra tal decisión cuando el año que viene el 28 de julio cae en domingo.
Para quienes piensen que la fiesta de Santiago es una malvada continuidad de la extinta celebración del 18 del mismo mes (la ignorancia y la propagación de mentiras tienen en estos tiempos las patas muy largas), que se sepa que comenzó en 1869, después de la gloriosa revolución del 68 que animó al ayuntamiento santanderino a crear una feria de verano entre el 23 y el 28 de julio con corridas de toros, puestos de venta y exposición de ganados que ya se venía organizando por esas fechas. Las fiestas de Santiago se celebraban antes en el Alto Miranda, pero la oportunidad de la nueva feria sería providencial para que pasaran a la Alameda Segunda, extendiéndose a actividades lúdicas por la ciudad con los toros como principal espectáculo.
Así pues, la fiesta de Santiago tiene arraigo, aunque con tanto patrón como tiene Santander (San Celedonio, San Emeterio y la Virgen del Mar) comprendo el recelo por reivindicar también al apóstol. Yo defendería más a San Matías, el apóstol que sustituyó al traidor Judas, abogado de la pestilencia en la ciudad que en 1503 fue honrado por la villa. Pero todo no puede ser. Para evitar suspicacias de fechas ahí está el verdadero Día de Cantabria, el de Cabezón de la Sal, que siempre cae en domingo y no quita fiestas a nadie.
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