Teledependencia
Hay algunas palabras que se han repetido innumerables veces estos días de enclaustramiento forzoso. Dos de ellas sintetizan muy bien el duro momento que estamos ... atravesando: vulnerabilidad e incertidumbre. Respecto a la primera, me viene a la cabeza la famosa frase que le decía al emperador romano un servidor situado detrás de él cuando desfilaba entre las aclamaciones del pueblo: acuérdate de que solo eres un hombre. En cuanto a la segunda, no cabe más que resignarnos a una espera que depende del esfuerzo de los investigadores para acabar con los efectos del virus y tratar de imaginar cómo será el tiempo que vendrá después. Un desafío a la imaginación de cada uno entre la distopía y el realismo más o menos pesimista. ¿Cómo será nuestra vida después de que todo haya pasado? ¿Cuándo podremos estar seguros de que todo ha pasado? ¿Ya no habrá seguridades? ¿Cómo será el trabajo a partir de ahora? Se dice que el teletrabajo ha llegado para quedarse. También la enseñanza impartida por los profesores desde sus casas. Preocupante situación si llega a suceder. Un aislamiento aún mayor entre los ciudadanos, pérdida de contacto humano, precisamente lo que más hemos echado en falta estos días; dependencia de la tecnología hasta en los espacios más íntimos, el doméstico y familiar. En el caso de la educación a distancia la relación profesor alumno se adelgaza o llega a desaparecer y los factores de sociabilidad del alumno con sus compañeros se diluyen. En este último ámbito, me parece grave la adicción que se ha podido crear en los jóvenes respecto a lo digital y las redes sociales entre el ocio y el estudio. ¿Se ha pensado ya en su desescalada?
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