Vuelta a las aulas
Acabado agosto y con ello las vacaciones escolares, el incierto regreso a las aulas está a la vuelta de la esquina. Atrás quedarán los ... días de luz interminable y las impagables escenas de los niños en la orilla del mar rememorando las imágenes que inmortalizó Sorolla. Para mí son una metáfora de la felicidad. Pocas situaciones expresan una alegría más sin nada, experimentando la sensación de libertad y de abandono a lo lúdico en una desnudez no solo real sino también simbólica. La playa es uno de los escenarios más democráticos, más baratos a los que podemos tener acceso. Poco se necesita para disfrutar en ella de un paseo por la orilla, unos baños, una lectura, oír música o mirar frente al mar, donde el sol duerme, como el título de la novela de María Victoria Perea. Después de unas vacaciones infinitas como lo son para los pequeños, llega recoger los aperos estivales en los armarios y esperar al próximo verano, sobre todo, los que viven tierra adentro. Los que vivimos aquí, pensamos darnos algún chapuzón más.
Ahora llega la incertidumbre. Profesores y padres confían en que las medidas que se han dictado desde la Consejería de Educación sean las adecuadas y el comienzo de curso discurra dentro de las situaciones previstas. Claro, el problema vendrá ante los posibles contagios. Es muy difícil contemplar tantas variables como se dan en un centro educativo. Los equipos docentes de la consejería, primero, de los centros después, han estado programando diferentes protocolos. Mucha es su responsabilidad. Complacer a todos los padres, trasmitirles seguridad será muy difícil. No dudemos de su entrega y reconozcamos su esfuerzo y sus dudas.
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