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La actividad del anillamiento científico, junto al observatorio de Bengoa, suscita gran curiosidad.

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La actividad del anillamiento científico, junto al observatorio de Bengoa, suscita gran curiosidad.

Las marismas de Santoña seducen a los prismáticos

Durante todo el fin de semana la villa acoge este evento que permite contemplar y reconocer las aves que están de paso en este 'Doñana del norte'

Ana Cobo

Santoña

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Domingo, 23 de septiembre 2018, 07:18

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Al otro lado de los telescopios colocados estratégicamente a lo largo del paseo de Bengoa, en pleno corazón de las marismas de Santoña, hay todo un mundo de aves por descubrir, contemplar y reconocer. El pequeño Daniel Clavero invita a todo aquel que pasa a acercarse a los aparatos y echar un ojo. «Allí hay un par de cormoranes moñudos, alguna espátula y la atracción de hoy es una focha leucística que significa que le falta el pigmento que da a color a sus plumas». Lo explica casi de carrerilla pero de sus ganas e ilusión se desprende que el mundo de la ornitología, a su corta edad, es lo suyo.

Dice que es su primer año dentro del club de 'Jóvenes Pajareros de Burgos'. Este colectivo participó ayer con su propio puesto de observación e información en el Festival de Migración de las Aves que se celebra en Santoña durante todo el fin de semana con múltiples actividades para disfrutar y adentrarse en las entrañas del humedal. Septiembre es el mes ideal para avistar a los miles de pájaros que hacen una parada en este Parque Natural para coger fuerzas y alimentarse en el largo viaje que emprenden desde el frío del norte de Europa hacia zonas más cálidas al sur.

Por eso, cientos de curiosos y amantes de la naturaleza acudieron ayer – y también lo harán hoy – a este paraje con los prismáticos colgados al cuello. El observatorio de Bengoa fue el punto más concurrido. El sofocante calor no amilanó a los aficionados a la ornitología, fieles a esta cita, y a muchas familias que pasaron una mañana diferente. Con una guía de aves en la mano estaban Raquel y su hijo, Jaime. Son de Santander pero conocen las marismas porque veranean en la villa. «La semana pasada estuvimos en Econoja y allí vio su primer anillamiento. La gustó mucho y al enterarnos que este fin de semana era el Festival de Santoña, nos hemos animado porque son las marismas en las que pasamos el verano». A madre e hijo les encanta el tema de la ornitología. «Somos meros observadores y lo que intentamos es, con ayuda de la guía, reconocer las aves que vemos por los prismáticos». Y es que, «aunque nos llama la atención desde hace mucho y bajamos a la bahía de Santander a ver cormoranes, este verano nos hemos metido más de lleno y queremos aprende mucho más», cuenta Raquel.

«Este mes el humedal es una 'estación de servicio' en la que las aves cogen fuerzas y se alimentan»

El humedal de Santoña es el mejor lugar para hacerlo. «Septiembre y octubre es la época de migración y se pueden ver muchas aves de paso como espátulas, garzas, patos, límicolas... las marismas son una 'estación de servicio' en la que paran a descansar, alimentarse y reponer energía. Aunque es en invierno cuando hay una mayor diversidad. Aquí se juntan entre 15.000 y 20.000 aves acuáticas», explica Alejandro García, responsable de Aves Cantábrica, empresa que organiza este evento junto con el Ayuntamiento de Santoña y la Consejería de Medio Rural.

El objetivo de este festival, dice, es dar a conocer las importancia internacional de estas marismas y concienciar de la conservación de las aves. Para ello se organizan actividades como las visitas guiadas en barcos, los anillamientos, ponencias y talleres «La participación está siendo similar a la del año pasado. Ha venido gente de Cantabria, Navarra, Asturias, Ávila, Salamanca y País Vasco».

Al lado del observatorio de Bengoa se forma siempre un corrillo. Allí, pequeños y mayores disfrutan con la actividad del anillamiento científico. No quitan ojo al profesional que coloca al pájaro capturado una anilla con un número único que lo identifica para después apuntar en un cuaderno la especie, edad, sexo, cantidad de grasa, muda y lo que le mide el ala, una pluma o la cola. Unos datos que permiten estudiar la migración y cuando le vuelvan a capturar saber la distancia que ha recorrido en su ruta. «El anillamiento gusta mucho porque es una forma de ver al pájaro de cerca, el plumaje, identificarlo y descubrir lo bonitos que son».

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