Reparto equitativo de trofeos
Andy Cartagena, Leonardo Hernández y Lea Vicens cortaron una oreja cada uno en un desigual encierro de Sanchéz y Sanchéz
alfredo casas
Lunes, 25 de julio 2016, 11:44
En la tarde del domingo, los rejoneadores del cartel inaugural de la feria taurina Andy Cartagena, Leonardo Hernández y Lea Vicens se llevaron una oreja cada uno. Un festejo sin puerta grande, lastrado por el mal juego de la mitad de la corrida de los toros de la ganadería de Ángel Sánchez y Sánchez, remendada con un cuarto toro de El Canario.
Agradable sin excelencia
Los cinco toros de los Herederos de Ángel Sánchez y Sánchez y uno, el cuarto, de El Canario, fueron muy desiguales de presentación, con algunos ejemplares fuera de tipo y atacados de kilos. La primera mitad de la corrida fue noble y colaboradora, destacando el buen segundo. Sin embargo, el segundo acto estuvo lastrado por el mal juego de los cuatro astados restantes. En definitiva, la corrida de rejones del serial de Santiago no tuvo la brillantez apetecida por un público entusiasta, puesto que a partir del cuarto el festejo cayó en picado.
Andy Cartagena dispuso de un primer ejemplar de juvenil figura y escasa presencia que desarrolló un noble comportamiento. Suyas fueron las embestidas de mayor calidad y acompasado ritmo de la tarde. Sin embargo y pese a todo, Andy tampoco terminó de meterse en la arena, limitándose a conservar sus 'talentos' en una labor de falta de ajuste. Un rejonazo fulminante que desembocó en una oreja que hubieran podido ser dos de no haber fallado previamente en la colocación de los palos, ante un buen animal que soltó algo la cara y sólo se aplomó en el trance de matar.
Otra oreja cortó Leonardo Hernández, al primer astado, un toro de público, de emotiva y mentirosa transmisión. Fue a su aire, ocultando sus defensivas intenciones, su absoluta falta de ritmo. Parecio razonable que la labor del rejoneador pacense evidenciara algunas imprecisiones. Suficientes para que un sector del público considerara suficiente trofeo un apéndice. Con el quinto, la acusada falta de ritmo de su oponente impidió que el rejoneador conectara con los tendidos. Ni aún cuando montando a Despacio escogió los medios y la corta distancia, para provocar las arrancadas a caballo parado, batir al pitón contrario y clavar dos banderillas.
Lea Vicens se presento en Santander con un ejemplar encastado y de inicial poder, que se fue apagando rápidamente. Lo hizo todo con gran pureza ante el primero de su lote, fue siempre de frente y clavó al estribo. Una labor muy sobria condicionada porque a su antagonista le faltó ese último tranco, ese celo que marca la diferencia y quedó atornillado al ruedo. Lo pinchó dos veces. Arrancó una oreja del muy aplomado sexto, altiricón y sobrado de romana. Planteó nuevamente su quehacer con el respeto a los cánones por bandera, y la prontitud en el manejo del acero le permitió tocar pelo y rozar la salida a hombros tras una fortísima petición del segundo apéndice.
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