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El Hoky Music llena de ritmo y color la Campa
El evento congregó en La Magdalena a miles de personas de todas las edades
Música y color. Mucho color. Esa fue la principal pista para distinguir a los asistentes al Hoky Music. Porque los polvos del festival se encargaron ... de cambiar el tono de la ropa de quienes se dieron cita este sábado en la fiesta que llenó la Campa de La Magdalena. Al menos de la mayoría porque salir del recinto sin rastro de ellos fue casi imposible. Naranja, azul, amarillo, rosa, verde… No faltó ninguno en el festival de la Semana Grande de Santander que fue una celebración desde las 16.00 horas de la tarde. Otra más. Y esta vez una para todas las edades. Mayores y pequeños fueron entrando al recinto conforme avanzaba la tarde, un goteo constante, y se movieron y saltaron al ritmo de los djs y cantantes que fueron subiendo al escenario.
El plato fuerte, uno de los conciertos más esperados, fue el de Ana Mena que saltó al escenario pasadas las 21.00 horas de la noche. Sin mirar al escenario resultó sencillo adivinar su turno por los gritos de la gente que esperaba su actuación. Ruido que se repitió cuando la cantante saludó a Santander y pidió un grito. Lo dio todo durante la hora que duró su actuación. Después el cartel anunciaba los dos últimos conciertos, también muy esperados, que fueron el del rapero y compositor argentino Duki (nombre artístico) o el de Juan Magán, una de las principales atracciones de esta edición del Hoky Music, con millones de discos vendidos.
Gente de todas las edades acudió al recinto en el que también hubo actividades organizadas para los más pequeños
El trajín de gente fue constante. Cada uno organizó su entrada según las actuaciones. Es lo que permiten estos festivales. Es más, hubo quienes solo compraron entrada para ir a ver esas dos últimas actuaciones. Aunque el cambio en las edades de la audiencia se fue percibiendo durante la tarde. A las 19.30 horas los más pequeños que llenaron el recinto desde primera hora se habían encargado de dejar sitio a grupos más mayores que a esas alturas de la tarde ocupaba las primera filas. Y es que hubo quien no quiso perderse ni un minuto del evento e hicieron cola antes de la apertura de puertas.
Ya a primera hora, cuando apenas quedaban unas entradas disponibles, fueron sobre todo jóvenes y menores acompañados quienes llenaron la Campa para escuchar al Dj Ivi o a Pardo. También a Chema Rivas que pisaba la capital cántabra por primera vez y explicó al público que tenía problemas en la garganta pero prometió darlo todo para disfrutar. Y así lo hizo. Se dejó la voz y se despidió de la ciudad dejando sus mejores deseos «amor, salud y que el Racing suba a primera», gritó a los jóvenes que se encargaron de gritar y aplaudir el comentario. «Ojalá», le decía un chaval a su amigo.
Tirada de polvos
Pasadas las 19.30 horas fue Marc Seguí el encargado de coger el micrófono y pedir ruido –así piden aplausos– al público. A esa hora la Campa ya iba poco a poco llenándose con gente más mayor que se preparaba para seguir la fiesta hasta la noche. Eso sí, sin importar la edad, todos lanzaban colores. Porque entre concierto y concierto llegaba latirada de polvos. Los djs se encargaban de hacer la cuenta atrás para, durante un segundo, convertir el cielo en algo así como un arcoíris. Hasta que la nube de colores se convierte en solo una nube donde ya no se distinguen los colores que se quedan grabados en la piel y la ropa de la gente. Todo eso cerca del escenario donde la música congregaba a centenares de personas pero el festival de La Magdalena es mucho más. Porque mientras unos llenaban las primeras filas para no perderse ni una canción, otros tantos aprovechaban para ir a la barra o participar en las diferentes carpas repartidas por La Campa. Cada una con actividades distintas.
Fue una fiesta para todos. Algunos la disfrutaron en la zona VIP. Y, por ejemplo, al fondo del recinto los más pequeños disfrutaban de las colchonetas y los juegos preparados para ellos. Mientras tanto, en otra caseta los chavales decoraban sus caras con brillos, esas pegatinas de moda que ahora se ven en todos los festivales y que se han convertido casi en un accesorio obligado para quienes acuden a algún evento similar. Pero la diversión no terminaba ahí. También era posible sacar la vena artística y pintar con sprays unas letras de poliespan en las que se leía 'Hoky Music'. Más color para quienes no era suficiente lanzar polvos y salir del festival con todo el círculo cromático en la ropa. Entre las casetas también se encontraban varios photocall donde la gente hacía cola para sacarse una foto que ya quedará como recuerdo y un punto violeta para concienciar contra la violencia de género. Eso allí mismo. No obstante, los más preparados incluso acudieron al evento con toallas grandes y vieron algunos conciertos sentados en la hierba de La Campa donde el tiempo permitió disfrutar de cada actuación sin preocuparse por la lluvia.
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