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El Puerto de Santander ha recibido este martes 6.000 toneladas de azúcar crudo de la primera zafra Santander Sugar.
El azúcar del ingenio que soñó González Briz desembarca en Santander

El azúcar del ingenio que soñó González Briz desembarca en Santander

Mientras eran desembarcadas las 6.000 toneladas de azúcar crudo de la primera zafra de la empresa Santander Sugar, su viuda y sus hijos han recordado los logros del empresario lebaniego en Centroamérica

efe

Martes, 16 de agosto 2016, 21:08

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La primera partida de azúcar del ingenio que la familia del empresario José María Rodríguez Briz ha fundado en Belice ha llegado al puerto de Santander, donde se ha rendido homenaje a este emprendedor cántabro que emigró a Guatemala en 1958 y murió en 2007, sin ver cumplido un sueño que hoy se ha hecho realidad.

Mientras eran desembarcadas las 6.000 toneladas de azúcar crudo de la primera zafra de la empresa Santander Sugar, la viuda, Irma González, y los hijos de este empresario nacido en Liébana han recordado sus logros en Centroamérica, en un acto al que han asistido el presidente de la Autoridad Portuaria de Santander, Jaime González y el concejal y alcalde en funciones de la ciudad, César Díaz.

Rodríguez Briz, que fue asesinado en un tiroteo en Guatemala, empezó como ferretero, después se dedicó a comprar y vender fincas y más tarde a la producción de caña de azúcar.

Cuando falleció, dejó diez fincas y un gran proyecto de futuro: construir su propio ingenio para moler toda su producción. La familia del empresario, con su viuda al frente, decidió seguir adelante para hacer realidad ese sueño y para que el primer barco cargado con el azúcar del ingenio tocara puerto en su tierra de origen.

Para conseguirlo, Santander Sugar ha llegado a un acuerdo con Azucarera Española, ha explicado uno de sus hijos, José Rodríguez. "Queríamos hacer un homenaje a esta tierra y a su gente", ha dicho, antes de destacar que el proyecto busca además "crear un punto de desarrollo" en Belice "para que la gente pueda tener trabajo y acceso a una vida mejor".

La empresa da empleo a 800 trabajadores, y además de producir y exportar a Europa azúcar y melaza, se dedica a las energías renovables. La familia calcula que produce el 25 por ciento de la energía que consume el país.

Además Santander Sugar ha firmado el primer crédito sindicado de la historia de Belice, con la participación de entidades bancarias de Centroamérica y Estados Unidos, y ha construido una terminal portuaria para poder exportar su producción, que espera que vaya creciendo en los próximos años.

Según David Rodríguez, otro de los hijos del empresario, el ingenio ha producido en su primer año 6.000 toneladas por día y el plan es que en tres años llegue a 10.000, lo que supone 100.000 toneladas anuales.

Como parte de su plan de futuro, a la familia Rodríguez le gustaría que las entidades financieras de Santander "incursionaran en el mercado beliceño" y apoyaran a la empresa, que tiene 9.000 hectáreas en propiedad, de las que 7.000 son plantaciones de caña.

Santander Sugar está promoviendo también que los vecinos, que son comunidades menonitas y propietarios de tierras, siembren caña de azúcar y se conviertan en productores.

Irma González ha confesado a los periodistas que hoy es un día "importantísimo" para su familia, a la que el empresario cántabro "trasfirió el deseo de crear un ingenio", un deseo que no han podido cumplir en Guatemala porque en ese país ya había diez grandes ingenios pero sí en Belice, que les "abrió las puertas".

Allí localizaron unos terrenos cubiertos de maleza a los que "no se podía entrar caminando" y cuya extensión sólo se podía apreciar desde el aire, ha apuntado. Entonces le pareció imposible que aquella tierra pudiera quedar preparada algún día para la siembra.

La viuda de González Briz ha relatado que conoció a su futuro esposo cuando instaló una ferretería al lado del comercio de ultramarinos que ella había abierto con muchas dificultades. Y un año después ya estaban casados. Ella vendió su negocio y se fue a trabajar a la ferretería de su esposo, "a pesar clavos y tornillos".

Veinticinco años después dejaron la ferretería y su marido empezó con las fincas, que compraba en "muy mal estado" y las vendía "por mayor precio" para plantar azúcar tras dejarlas "como un campo de fútbol". Cuando a sus hijos y a su viuda se les pregunta cómo era el empresario, todos coinciden en resumirlo en una sola palabra: "trabajador".

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