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El roscón: un dulce de esclavos que sedujo a reyes

Sábado, 4 de enero 2020, 07:59

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La gastronomía se ha convertido en parte de la fiesta e, igual que las torrijas marcan el paso en Semana Santa o las uvas cierran el año en Nochevieja, el roscón es el desayuno con el que, en la mayoría de casas, se da inicio a la apertura de los regalos que han dejado los Reyes Magos.

Este vínculo con las fiestas navideñas refleja lo estrechamente ligado que está actualmente a la simbología cristiana, pero lo cierto es que la historia del rosco es mucho más antigua y su significado se ha ido amoldando a cada momento histórico.

Tal y como se ha extendido en el saber popular, el origen de este dulce se remonta al siglo II AC en la antigua Roma y se consumía en las fiestas de los Saturnales, que eran celebraciones protagonizadas por los esclavos en honor del dios de la agricultura y las cosechas. Con el paso del tiempo, comenzó a esconderse dentro de estas tortas un haba, símbolo de prosperidad, y quien lo encontraba, era nombrado rey de reyes durante las fiestas, además de gozar del presagio de un año de buena suerte.

Cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial, las celebraciones paganas fueron desapareciendo y esta tradición quedó en un segundo plano, aunque nunca llegó a perderse del todo.

En el siglo XI, en Francia, se recuperó su esencia con una celebración que pretendía imitar la adoración de los Reyes al niño Jesús y según la cual cada pueblo ofrecía un bollo dulce a los niños en el que se escondía un haba. Quien lo encontraba era el 'rey del haba' y se le agasajaba con regalos. Esta costumbre también era tradición entre la realeza y la aristocracia, que la celebraban junto a sus sirvientes.

Un nuevo giro tuvo lugar en el siglo XVIII, cuando un cocinero de la corte de Luis XV, con el objetivo de sorprender a su caprichoso rey, introdujo en el bollo una moneda de oro que inauguraba una nueva variante, la del premio y el castigo, la buena y la mala suerte, representadas por la moneda y el haba. Hoy en día, la moneda de oro ha sido sustituida por una pequeña sorpresa, un juguete de cerámica o plástico resistente al calor. Lo que sí mantiene es la simbología de buena suerte para quien lo encuentre. El haba, por su parte, se ha quedado con el sambenito de acarrear mala suerte, empezando por el mismo día de Reyes, ya que quien la encuentra debe pagar el roscón: El tonto del haba o 'tontolaba'.

Un sacrificio que bien merece la pena por disfrutar en familia de este tradicional y sabroso dulce con el que, cada año, se pone el broche de oro a las Navidades.

Durante la pasada campaña navideña, la patronal de Productores Industriales de Pan y Bollería, Asemac, apuntó que durante las fiestas se consumirían 30 millones de roscones de Reyes, lo que dejaba una media de 1,6 unidades por hogar. La cifra suponía un crecimiento del 3% con respecto a 2018 y, este año, se espera continuar con esta tendencia al alza.

Las razones hay que buscarlas en un cambio de costumbres, ya que si bien antes el roscón estaba limitado al desayuno y merienda del 6 de enero, actualmente es posible adquirirlo desde semanas antes a la fecha.

No es este el único cambio que ha experimentado el dulce, pues a los diversos ingredientes que se han ido incorporando, se unen propuestas estéticas innovadoras con las que los maestros artesanos buscan sorprender al consumidor.

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