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«Hemos tenido suerte. Si nos pilla a todos durmiendo seguro que no lo contamos»

La familia afectada el jueves por la intoxicación de monóxido de carbono en Santander explica que fue una de las hijas la que avisó al 112 cuando vio a su madre y sus hermanos «casi inconscientes»

Daniel Martínez

Santander

Sábado, 30 de diciembre 2017, 06:31

Las escenas en casa de Cecilia Martínez durante la mañana de ayer eran las de una jornada normal en un hogar de Santander. Despertar a los pequeños, preparar el desayuno, hacer cola para entrar en el baño... Por fortuna, un día más. La única diferencia es que ninguno de los nueve miembros de esta familia argentina que reside en el Grupo Los Pinares había conseguido quitarse de la cabeza la idea de que 24 horas atrás estuvieron a punto de protagonizar un trágico suceso. Todos ellos tuvieron que ser ingresados en la madrugada del jueves por una intoxicación por monóxido de carbono (CO), un gas extremadamente peligroso que actúa de forma silenciosa y puede ser letal. La culpa, como en muchas desgracias de este tipo, fue de la mala combustión del calentador de agua.

«Hemos tenido suerte. Eran sobre las once de la noche y todavía no nos habíamos acostado. Si nos llega a pillar a todos durmiendo seguro que no lo contamos», explica la cabeza de familia. Ella y dos de sus hijos fueron los primeros en quedar inconscientes por el gas, pero el resto también empezaba a notar los efectos. En realidad, no llegó a perder del todo el conocimiento. «Te vas quedando, te vas quedando... Estaba atontada y no podía reaccionar», detalla. Antes, ya habían notado algo de malestar, pero como en la familia sufren migrañas muy a menudo no le dieron mayor importancia.

Cecilia está convencida de que el hecho de que en ese momento hubiera tanta gente en casa fue lo que les salvó, ya que el monóxido de carbono no afectó a todos los miembros de la familia a la vez. De hecho, su hija fue la que se dio cuenta y avisó rápidamente a los servicios de emergencia. Como estaba intentando dormir a su bebé en una habitación apartada y tenía la puerta cerrada apenas tuvo tiempo de inhalar la sustancia tóxica. Cuando salió de la estancia les vio y tuvo tiempo suficiente para coger el teléfono. De allí al Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, donde fueron trasladados por el 061.

En el centro médico, los nueve miembros de la familia pasaron por la cámara hiperbárica, la mejor terapia para este tipo de casos. Cecilia y su marido, su hijo adolescente de 14 años, su hija mayor de edad que junto a su bebé y su marido vive con ellos y la familia del otro hijo adulto -otras tres personas, incluido otro bebé-, que está en casa temporalmente después de perder su trabajo, recibieron el alta a última hora de la mañana del jueves.

«El trato ha sido buenísimo y allí, hablando con los médicos, es donde realmente nos hemos dado cuenta de la gravedad. Nos contaron el caso del fallecimiento de un hombre hace unos meses en un hotel de Isla, también el de una pareja...», afirma la madre de familia.

'Bruno', culpable de rebote

Según cuenta, ya habían notado que el calentador de agua -un modelo viejo, de tipo atmosférico y no estanco como los que se instalan actualmente, mucho más seguros- no funcionaba del todo bien. De hecho, están convencidos de que el calentador llevaba días expulsando monóxido de carbono, pero como suelen dejar la ventana de la cocina abierta se había disipado. «Como estaba el temporal, hacía viento y llovía mucho, pues cerramos. Nos duchamos todos por la noche y por eso estuvo funcionando mucho», razona Cecilia. Así que la borrasca 'Bruno', además de arrancar árboles y tejavanas, también tuvo algo de culpa en el suceso de esta vivienda del Grupo Los Pinares.

Relata que llevaban en la casa menos de dos meses. Habían pintado las paredes y realizado alguna reparación, pero no habían pensado en el calentador: «Es que no somos conscientes de lo peligroso que es y lo que puede provocar. El mensaje que hay que aprender de esto es que hay que hacer las revisiones y mirar que esté todo bien. Nada más». Ya están en su casa y a la espera de que la agencia inmobiliaria que les alquiló el piso cambie la caldera. Hasta que eso ocurra, pasarán allí lo que resta de Navidad. El regalo de los Reyes Magos les llegó por anticipado.

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