Cambiar el chip
Con más entrega que fútbol y un arbitraje que disgustó a la grada, ni recurriendo a Los Carabelas consiguió el Racing reengancharse a la lucha por el ascenso directo
Visto que ni con el volumen atronador ni con las canciones argentinas de autoayuda de la previa había conseguido el Racing doblegar los ánimos del ... equipo visitante, que al descanso ganaba por cero a uno, en la sala de máquinas de los Campos de Sport se pusieron serios y activaron el Def-Con-2. A situaciones desesperadas, medidas desesperadas, vamos. Y volvieron a sonar Los Carabelas y su «este partido le vamos a ganar». Lo que no está muy claro es si en el club lo hacen por nostalgia cañí, por dar un toque pintoresco al estadio, porque realmente creen que sube la moral del racinguismo o para desconcertar a los rivales, que se quedarán aturdidos pensando si donde dicen 'le' no debería ir un 'lo'.
El caso es que ni utilizando el arma secreta consiguió el Racing enderezar un partido que tenía que ganar, por lo civil o por lo criminal, y al final bastante que no lo perdiera, porque durante muchos minutos los verdiblancos se desplomaban en la clasificación: hasta el quinto puesto... y cayendo.
Y eso que el equipo lo puso todo de su parte, desde el primer instante, con una entrega que si hubiera aparecido en Cartagena la semana pasada casi hasta habría hecho bueno el empate de ayer. Bueno, todo... menos fútbol, que fue lo que más se echó de menos en el partido, y eso que era la clave para superar a un Oviedo que, en la pelea cuerpo a cuerpo, tenía ventaja sobre el Racing. Básicamente, porque el colegiado era de esos de dejar hacer. Su permisividad era tan desesperante que los verdiblancos, en lugar de jugar, se deshacían en protestas.
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Pero claro, cuando un árbitro considera que un empujón descarado por la espalda en plena área no es suficiente para pitar penalti, los jugadores ya saben que a partir de ahí hay barra libre. Y vaya si la aprovecharon: hasta se permitieron perder un minuto en el saque de una falta, porque el lanzador tenía que atarse los cordones de las botas. Un esperpento, vamos. Como la imagen del partido, con el árbitro tras el gol visitante cruzando el campo con una bandera del Racing, que llevaba como 'prueba del delito'. Ya veremos cuánto cae de sanción por lanzar objetos al campo.
En fin, el caso es que con justicia o sin ella el partido acabó en tablas, que a los racinguistas nos sabían más bien a derrota. Y no tanto por lo visto en el partido, sino porque cualquier cosa que no fuera ganar suponía desengancharse de la lucha por el ascenso directo.
O sea, que ahora lo que toca es cambiar de chip. Reprogramarnos, vamos. Porque todo pinta a que el día 1 de junio no vamos a estar matemáticamente en primera sino pensando en el playoff. Eso, si nada más se tuerce, claro.
Tras superar al Dépor, mi compañero de oficina Tasio sacó esa calculadora que tan poco le gusta a José Alberto y se puso a hacer los cálculos del ascenso, que podía caer en Elda, con suerte.
Tasio es un racinguista acérrimo, de esos de viajar con el equipo y fe ciega hasta el último instante. Por eso, cuando se me ocurrió decir que el Racing no iba a sacar todos los puntos ni en broma, casi me fulmina con una mirada reprobatoria: «Pero, ¿cómo? ¿Es que no piensas que los va a ganar todos?». Pues no sé qué decir...
Si lo hacen por darle emoción, ya se están pasando, ¿eh? Que el Almería saldrá a morder, pero el Eldense da todavía más miedo, porque lo mismo esa jornada ya está descendido, que es la kriptonita del Racing, y acabamos jugándonos la última plaza de playoff en el Sardinero contra el Granada la última jornada.
Con sacar un punto en tres partidos basta, ¿no? Mejor no mentar la soga en casa del ahorcado pero... esa película me suena demasiado, Tasio.
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