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La Finca del Marqués de Valdecilla vuelve al siglo XX tres años después
Medio Cudeyo ha recuperado este domingo su fiesta de El Retornar del Indiano como siempre, con teatro, comida, música y trajes de época
La Finca del Marqués de Valdecilla ha vuelto a ser este domingo la comidilla de todo Medio Cudeyo. Una vez más se ha convertido ... en el escenario de líos de faldas, rivalidades, duelos e incluso de un combate de boxeo. También ha habido dulces, una cantina en la que saciar la sed por el calor, engalanados trajes de época y música cubana que han devuelto a la antigua residencia del ilustre marqués de Valdecilla su esplendor de comienzos del siglo XX. Un ambiente que no se veía en el emblemático recinto desde hacía tres años y que ha vuelto por todo lo alto con El Retornar del Indiano, una fiesta que en esta edición ha hecho honor a su nombre al pie de la letra, ya que ha regresado tras el largo paréntesis obligado por la pandemia.
Había gran expectación por el día grande de El Retornar del Indiano, tanta que por la mañana, en poco más de una hora desde que se abrieran las puertas de su impresionante portalada, se terminaron los 300 sombreros que entregaba el Ayuntamiento de Medio Cudeyo al público asistente. También han volado con avidez las rosquillas, tortillas, galletas, bizcochos y el chocolate que con tanto esmero han preparado −como no fallan ninguna edición− las mujeres de las asociaciones locales de Amasol y Torre Alvarado. «La última vez que celebramos, en 2019, vino tanta gente que nos quedamos sin comida a las seis de la tarde, esta vez hemos trabajado más para ver si llegamos a las siete, pero me parece que esto se está animando mucho», decía Isabel Serra, de Amasol, que pese a no parar de servir tazas de chocolate no tenía ni un sólo lamparón en su inmaculado traje de doncella: la práctica hace al maestro y ya son muchos retornares a sus espaldas con la misma labor. «Estábamos ansiosas por recuperar la fiesta», reconocía Serra junto al resto de sus compañeras y a las integrantes de Torre Alvarado, mientras el público no dejaba de entrar al antiguo garaje de la finca, donde estaban los puestos de comida.
En el resto de rincones, lo de siempre. Cualquier esquina, porche o jardín ha sido susceptible de convertirse en un escenario de teatro. En la bolera, había un tiroteo, frente a la Casa Blanca una campesina que recibía flores de dos caballeros y no sabía por cuál de ellos decidirse. Parece que el que más le gustaba era el más joven, pero ella bien sabía que por Medio Cudeyo se le conoce como 'el capullo de San Vitores', así que sus promesas tal vez estén más vacías que el embalse del Ebro este verano. También junto a la casa de invitados ha habido una señora de bien que terminó con un retrato hecho con un seis y un cuatro por una artista que decía venir directa de Italia. Esas, junto a otras, han sido las cinco representaciones que de forma simultánea se han estado representando, como es ya costumbre, durante la jornada, de mano del Grupo de Teatro Municipal de Medio Cudeyo bajo la dirección del actor Fernando Rebanal.
También ha habido bebida, para combatir el sofocante calor, con una cantina en La Solana a cargo del grupo de danzas San Pedruco de Solares. Y el cierre de la concurrida fiesta −tras una espectacular actuación del Orfeón Cántabro con un espectáculo musical inédito creado especialmente para El Retornar del Indiano− ha venido de mano del Trío Siguaraya, que ha ofrecido un recorrido por esa música cubana que seguro tanto enamoró al marqués de Valdecilla en su viaje a las Américas. Ahora toca esperar de nuevo a su regreso el próximo verano.
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