La mayor tromba en 42 años en Cantabria
Desde hace más de cuatro décadas no se habían registrado precipitaciones tan torrenciales en la capital | Hasta 63 litros en una hora cayeron ayer en el aguacero, una cifra sólo superada en 1983
Residente en Muriedas en dirección a su trabajo en el polígono de Parayas en Santander. Son las 07.45 horas y está lloviendo. El conductor ... cruza todo el centro de Maliaño y enfila la autovía sin problema. Cierto, el horizonte parece demasiado negro para las horas que son, aunque no le da importancia. Medio minuto después de pensar en esta rara oscuridad de un amanecer en 21 de agosto, una nube se desploma sobre su coche en una tremenda cortina de agua. Sin aviso, sin un rayo ni un trueno que precedan: en cuestión de segundos, el camargués no distingue a los coches que circulan delante. También enseguida, -está pasando junto al aeropuerto Seve Ballesteros- la calzada se llena de luces rojas. Y es que todos los vehículos están frenando en cadena y reduciendo drásticamente la velocidad. Llegará a su empresa a 40 kilómetros por hora, en tensión y rezando por que ningún coche se accidente.
Ficha tarde, por supuesto, porque en la rotonda de El Corte Inglés se ha encontrado una gigantesca balsa de agua y un montón de vehículos que circulan casi parados. Las calles del entorno están bastante inundadas aunque permiten el paso. Esta persona aún no lo sabe, pero los momentos de pánico que ha sufrido al volante han sido parecidos en otras autovías, en otras calles y otros vehículos: distintos puntos de Santander, Maliaño, El Astillero y Bezana recogieron ayer entre las 06.30 y las 08.30 horas unas precipitaciones torrenciales que no fueron iguales en intensidad en unos lugares que en otros, pero que dejaron un reguero de consecuencias: garajes y locales inundados, ríos de agua que se llevaban contenedores de unas calles a otras, barrios con problemas para transitar, dos túneles cerrados en Santander que provocaron enormes retenciones de tráfico, otro túnel inundado en Maliaño, un accidente en la A-67 a la altura de la salida de Mogro...
Las claves
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63 mm por hora cayeron ayer en la zona del aeropuerto Seve Ballesteros.
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96 mm por hora llegaron a caer en Cantabria en agosto de 1983.
Este episodio se convirtió en el segundo más grave de la historia en Santander y el arco de la bahía de los últimos 42 años debidos a la lluvia caída en poco tiempo: los 63 mm por hora registrados -un dato que eleva al chaparrón a la categoría de torrencial- solo se han superado una vez, en una fecha similar a la de ayer, el 27 de agosto de 1983. La inundación y el caos de tráfico sufrido de este jueves se quedan cortos si se comparan con la tragedia de aquel día, en el que la Aemet llegó a medir 96 litros por metro cuadrado. Es decir, un 35% más de agua en una sola hora. Y entonces, las consecuencias fueron devastadoras. Como se puede leer en El Diario Montañés de aquella fecha, las cuencas de los ríos Pas y Asón se desbordaron y las aguas arrollaron fincas, casas, almacenes, empresas, carreteras...
«Como balance de ese día aciago, tres personas perecieron ahogadas en la zona de Vioño y centenares de vecinos quedaron aislados por las aguas durante gran parte del día», relataban las crónicas. «Santander, como Venecia, con las calles y aceras convertidas en inmensos lagos», añadían. La peor parte se la llevaron entonces Renedo y Vioño de Piélagos: fueron declarados zona catastrófica y las imágenes de archivo recuerdan a las de la dana del pasado mes de octubre de la Comunidad Valenciana.
Al contrario que en 1983, Piélagos apenas apuntó incidencias ayer. Y, en líneas generales, este jueves no se llegó a tanto, aunque el caos circulatorio en la mayor parte del entorno de la bahía santanderina a primera hora de la mañana fue descomunal. A partir de las 06.30 horas y durante tres o cuatro horas -dependiendo de l sitio concreto-, toda la capital enfrentó problemas derivados del exceso de lluvias, salvo las zonas altas, como las calles General Dávila y Alta. El túnel de la S-20 de La Albericia se cortó en cuanto se constató la dimensión del diluvio hasta el mediodía y, en un principio, el corte total alcanzó a un tramo de cinco kilómetros desde Monte y hasta Bezana, lo que generó un atasco kilométrico a pesar de los esfuerzos de los agentes municipales por desviar el flujo de coches.
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De hecho, aunque numerosos puntos de los municipios de alrededor sufrieron problemas, Santander se llevó la parte del león. La primera comunicación de la Policía Municipal hablaba de inundaciones en el aparcamiento sur de Valdecilla, en la glorieta de Cuatro Caminos, en la Avenida del Deporte frente al Complejo Ruth Beitia y en zonas de Santiago El Mayor en Nueva Montaña, la Peña del Cuervo así como en la turborrotonda de Monte, Cajo y la Avenida del Faro, aunque en esta último en menor medida. A la alcaldesa Gema Igual el torrente le pilló en la calle y vio Calvo Sotelo y la plaza del Ayuntamiento convertidos en ríos. «La fuerza del agua desplazó los contenedores de basura de la calle San Fernando hasta Numancia», ilustró.
En Maliaño, quedó cortada la zona de la estación, el túnel que hay junto a La Vidriera y más de 30 vehículos se vieron afectados en la calle Julio de Pablo (en la Cros, junto a la piscina municipal) que se encontraban tanto en la vía pública como en garajes. Según explicó el alcalde Diego Movellán, esta fue la parte más afectada de Camargo, que anotó un centenar de incidencias. Entre ellas, hubo que retirar un camión cargado de bombonas de butano que se mojó y no era capaz de volver a arrancar.
En El Astillero también hubo que lidiar «con el caos», según contó el alcalde Javier Fernández Soberón. Las inundaciones afectaron a la Avenida Chiclana, el polígono industrial, la calle de la Prosperidad... Soberón lamentó que la alerta de la Aemet «llegó tarde». En Santa Cruz de Bezana registraron multitud de pequeños incidentes y dos más reseñables: dos vehículos se quedaron parados en la rotonda junto al bar Navajeda en dirección a Corbán y hubo que retirarlos y el agua alcanzó también el paso de la calle San Juan, pero se solventó con bombas de achique.
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