El homenaje compartido a Felipe
El capitán verdiblanco recibió un reconocimiento junto a Zarra en los prolegómenos de un Racing-Athletic en 1954
Los Campos de Sport estaban a rebosar aquel 7 de febrero de 1954, tal y como se esperaba de un Racing que se medía al ... Athletic Club de Bilbao en partido del campeonato liguero. Como casi todos los actos de ese tipo, el homenaje al capitán, Felipe García Álvarez, se llevó a cabo antes del partido, pero tuvo algo especial. Fue un homenaje que se compartió con otro futbolista que se había convertido en leyenda del fútbol nacional, el delantero del Athletic, Telmo Zarra, máximo goleador del campeonato en seis ocasiones y hombre indiscutible de la selección nacional. Los dos habían debutado en sus respectivos clubes en 1940 y llevaban 14 años defendiendo sus colores.
Fue un acierto premiar a un hombre de la casa, y al mismo tiempo mostrar un sentimiento de cercanía y hospitalidad hacia los cientos de bilbaínos que viajaron a Santander al reconocer el mérito de su gran delantero centro, que por cierto, aquel día no pudo jugar y se presentó en el campo con una gabardina que contrastaba con el uniforme deportivo de Felipe, a punto de entrar en acción. Agustín Fernández 'Langarita' presentó el acto por la megafonía. Felipe y Zarra recibieron de la directiva racinguista un reloj de oro y unas palabras de admiración del presidente del club montañés, Basilio de la Riva. Una peña racinguista de Riocorvo se quiso sumar al homenaje y les regaló sendas pitilleras con su correspondiente inscripción.
A pesar del homenaje, Felipe no pensaba todavía en retirarse. El míster racinguista, Juan Ochoa, alineó a Ortega, Gallo, Marquitos, Barrenechea, Felipe, Nando, Revuelta, Martínez, Moro, Alsúa y Espina. Aquel día Felipe fue uno de los hombres claves. El Athletic se había adelantado a la media hora en un córner que sacó Panizo y remató Venancio de cabeza. La cosa se ponía difícil para el Racing, sobre todo con el control de la media vasca formada por Mauri y Maguregui. Pero en la segunda parte, Felipe pudo sacar un centro que llegó a Rafael Alsúa para rematar dentro del área, junto a uno de los postes, el gol del empate. Aún le quedaba cuerda al bueno de Felipe.
Es cierto que no era un futbolista técnico, pero sabía colocarse para hacer las cosas fáciles, que a veces en esto del fútbol es lo más difícil. Acostumbraba a chillar a sus compañeros, pero siempre para animarlos y motivarlos. Había jugado en todas las posiciones, así que era un valioso comodín para cualquier entrenador, y en todos los puestos cumplía a las mil maravillas. Nunca se daba por vencido, tanto dentro como fuera del terreno de juego. Era un jugador con personalidad y cargado de ímpetu, de resolución, con una vigorosa dureza, siempre deportiva, que le había convertido en el líder del equipo. Aguantó con elegancia suplencias injustas, críticas de aficionados y periodistas y desplantes de entrenadores, como cuando en el partido donde el Racing se jugaba la categoría en la Promoción de Permanencia de 1947, el entrenador, Pedro Areso, no quiso ponerlo. El equipo perdió en Oviedo contra el Valladolid y descendió a Tercera División.
Felipe nació en Astillero en 1921. Destacó en atletismo, en salto con pértiga y salto de longitud. Pero durante la temporada 1933-34, el Unión Club se fijó en él y le incorporó a su equipo. En 1935 se fue a jugar a la Unión Montañesa, y con este equipo seguiría tras la guerra civil antes de incorporarse al Racing en 1940, rechazando una oferta del R. C. D. Español cuando cumplía el servicio militar en Cataluña.
Debutó como racinguista el 29 de septiembre de 1940 con victoria ante el Arenas Club de Guecho (2-0), en los Campos de Sport. Sufrió el descenso a Tercera División en 1947, pero también vivió los momentos más felices del club, cuando recuperó la categoría y luego, en 1950, formó parte del legendario equipo de la temporada 1949-50 que regreso con brillantez a Primera División. El astillerense debutaría en la máxima categoría el 1 de octubre de 1950 con victoria precisamente ante el Athletic Club de Bilbao (1-0). Aquel día se alinearon en los Campos de Sport, Juanito; Teruel, Amorebieta, Lorín; Felipe, Herrero; Revuelta, Bermúdez, Mariano, Elizondo y Echeveste.
Con la regularidad de Felipe el equipo supo mantenerse en la categoría hasta aquel momento del homenaje, un año antes de su marcha. Tras su etapa en el Racing y con 35 años se fue a jugar al Granada C. F. (1955-56), estableciéndose luego en Madrid, donde fallecería en el año 2000.
Felipe ha sido uno de los jugadores más grandes de la historia del Racing, no tanto por la brillantez de sus actuaciones como por su entrega y su liderazgo que se mantuvieron intactos en el club durante quince temporadas. En cuarenta años fue el jugador con más partidos oficiales disputados en la historia del Racing, con un total de 364, hasta que le superó Quique Setién (368) y más tarde José Ceballos (460). Tuvo un homenaje poco habitual compartido junto a otro futbolista que, aunque rival, también cultivó la lealtad y la entrega a su club.
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